dijous, 19 de juliol del 2012

Agresión de la Policía Municipal de Madrid.

Texto de la denuncia:


En relación con la agresión que he sufrido esta mañana - 19.07.2012 -  por parte de una patrulla de la Policía Municipal de Madrid identificada en el vídeo y la fotografía que se adjunta y que se negaron a identificarse y también a denunciarme - a pesar de  mis requerimientos -,  conscientes de la ilegalidad de la actuación que estaban acometiendo, manifiesto y declaro lo siguiente:
Una primera dotación de la Policía Municpal de Madrid ya me había visitado anteriormente advirtiendome de que estaba prohibido acampar en la Casa de Campo.
Acoso policial en la Casa de Campo.

Esta primera dotación de la Policía Municipal se retira sin ningun inconveniente cuando les explico que no estaba acampado sino tomando el sol y que lo que parecía una tienda de campaña era una simple mosquitera, con forma de tienda ciertamente, pero que cumplía la misión de protegerme de los insectos y hormigas. Se muestran de acuerdo con mi explicación pero añaden muy amablemente que se está regando la zona, y ya como recomendación, no como orden, me aconsejan que sería conveniente que me marchara de la zona. Acto seguido recogo todos mis enseres los meto en la mochila y me voy a otro emplazamiento alejado de la zona que se  iba a regar.
Poco después pasa el empleado que conduce el camión de riego y da la impresión de excusarse por haber requerido la actuación de la Policía Municipal sin haber habido anteriormente ninguna indicación por su parte. Yo acepto las excusas sin mayores comentarios, aunque no acabo de comprender bien la situación, recojo mis cosas y me voy.
Al poco de marcharse esta primera dotación recibo la visita de una segunda patrulla de la Policía Municipal de Madrid que me emplaza a abandonar la zona. Ante mi solicitud de que se efectue la denuncia e identificación de los agentes estos se niegan tanto a denunciarme como a identificarse.
La acción policial se convierte entonces un una clara intimidación fuera de todas las normas que debe regir la conducta de un agente de las fuerzas y cuerpos de seguridad de un Estado democrático - en el supuesto poco probable de que España lo sea - .
Aún reconociendo que estaban cometiendo un delito al impedirme un derecho fundamental de la libertad de movimiento de las personas escucharon mis protestas sin inmutarse, sin identificarse y sin denunciarme.
Les dije que por esta vez no los iba a denunciar por temor a las represalias que suelen ocurrir en estos casos.
Pero cambié de opinión cuando para despedirme me acerqué al coche, que se había alejado para situarse resguardado del sol a la sombra de unos árboles, y salieron de estampida como unos gamberros de discoteca cualesquiera poniendo en peligro mi integridad física pues estuvieron a punto de atropellarme.
Ante esta última agresión efectuada con el propio vehículo de la Policía Municipal ya no tengo más remedio que denunciarlos aun a riesgo de las represalias que las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado suelen realizar en estos casos y que son sobradamente conocidas. Y ello fundamentalmente para proteger mi seguridad ya comprometida y por si fuera objeto de algún otro ataque o agresión por parte de los cuerpos de seguridad del Estado o de cualquier otro ciudadano relacionado con las mismas.
Dirigiéndome después al grupo de empleados de mantenimiento de la Casa de Campo que habían solicitado la segunda intervención de la Policía Municipal y respondiendo a mi pregunta de quien era el “cerdo” que había realizado tamaño desaguisado se me presenta un encargado y me dice que él era el “cerdo”. Después de advertirle que “a todo cerdo le llega su San Fermín, perdón su San Martín” le digo que él no es suficientemente cerdo para hacer venir dos patrullas de la Policía Municipal, que él era un mandado, que el “cerdo” que me había causado la agresión delictiva de la Policía Municipal debía ser un “cerdo” mucho más gordo y bien cebado del que él solo recogía las bellotas sobrantes.



 Después de lo cual y de escuchar todo lo que le dije sin rechistar palabra me despedí de él y del grupo de trabajadores del mismo servicio. Una vez más intenté acercarme al coche de la Policía Municpal de Madrid que estaba presenciandolo todo pero de nuevo arrancaron precipitadamente.
Lo cual denuncio antes este juzgado independientemente de las indemnizaciones por daño moral que en su momento estime pertinentes. Esta denuncia deseo que se adjunte a otra presentada en este juzgado el verano pasado por motivos similares.

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